Por Héctor Farina
¿Cómo sería el Paraguay si fuera un país de lectores, de gente culta? ¿Cómo sería el país si fuera administrado y controlado por gente preparada, si se tuviera una sociedad crítica y educada que sirviera de contrapeso al poder? Podríamos pensar en Singapur, Finlandia o Suecia para imaginar una respuesta, pero seguramente no estaríamos en las mismas condiciones en las que vivimos. Posiblemente no tendríamos una pobreza tan generalizada ni índices de corrupción elevados como los que arrastramos desde hace años. Tal vez tendríamos mayor celo de nuestra responsabilidad como ciudadanos y no toleraríamos a los inútiles y ladrones en la función pública.
Hacer estas preguntas y no encontrar eco más que en los sueños, es una de las grandes tragedias del Paraguay. Tener que remontarnos a los años 20 del siglo pasado para recordar que Eligio Ayala -quizás nuestro mayor estadista en toda la historia- basó su gobierno en la honestidad y en un gabinete conformado por las personas más instruidas del país, nos indica que no solo hemos carecido de una sociedad educada, sino que los gobiernos no han sido constituidos por los mejores. Y no tener una ciudadanía capacitada y encima ser gobernados por ineptos, politiqueros y avivados, genera el resultado que hoy padecemos: falta de oportunidades, corrupción por doquier, pobreza, desempleo, atraso y un enorme descontento con la democracia y las instituciones que la representan.
Vivir en tiempos de la sociedad del conocimiento y no comprender lo que esto significa es un problema serio. Y mucho más aún si miramos que existe un atraso estructural y sistemático del que no saldremos si seguimos creyendo que la tarea de los gobiernos es administrar problemas, poner parches y tratar de mantenerse en el poder sin proponer reformas que dejen un país mejor del que se recibió. En una época en la que el conocimiento es el capital más importante y la verdadera riqueza de una nación, establecer una línea clara que nos lleve a construir una ciudadanía más educada debe ser un asunto de Estado. Nuestras políticas públicas deberían orientarse a formar a los recursos humanos que tanto necesitamos para producir competitivamente, para administrar mejor lo que tenemos y para construir una sociedad sin los vicios que nos han empobrecido en incontables décadas.
Un paso fundamental que debemos dar es convertir a un habitante ocioso en un ciudadano preparado. Hay que hacer de nuestras escuelas verdaderos centros de promoción e incentivo de la lectura, de la búsqueda del conocimiento, y no dejar que sólo sean un espacio físico transitorio por el que los niños deben pasar para cumplir con un trámite y conseguir un certificado. Si durante años hemos descuidado la capacitación, es hora de empezar a construir una nueva cultura del aprendizaje, de la responsabilidad y la honestidad. Y el proceso de construcción debe ir orientado a la gente, empezando por los niños, que deben crecer con una mentalidad acorde a los tiempos modernos y no anclados en las mañas de un pasado marcado por el atraso y la miseria.
Me gustaría ver al Paraguay convertido en un país de lectores. Con gente más consciente de su responsabilidad y con mayor protagonismo a la hora de construir una sociedad mejor. Me gustaría saber que la ciudadanía se volvió más crítica y que ya no tolera a los ladrones, avivados y hurreros en el poder. Me gustaría ver gobernantes preparados, que coloquen a las personas capaces por encima de los intereses partidarios, que se rodeen de los mejores y no de los cómplices. Quizás cuando comprendamos que necesitamos rectificar rumbos y tomar en forma decidida el camino del conocimiento, podremos dejar atrás los años de decadencia y comenzar un tiempo de oportunidades. Depende de cada uno y de todos.
Publicado en www.vivaparaguay.com
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1 comentario:
Estimado amigo... Uno de tus mejores comentarios! Comparto el sueño... Saludos!
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