Por Héctor Farina Ojeda
Hablar de derrama económica implica hablar de generación de riqueza y de la distribución de esa riqueza. Se dice que hay derrama económica cuando los ingresos de cierta actividad se distribuyen en varios sectores y alcanzan a las personas de diferentes oficios, niveles socioeconómicos y condiciones laborales. Un ejemplo es el turismo: los turistas llegan y van gastando su dinero en diferentes productos y servicios: desde el medio de transporte, ya sea terrestre o aéreo, el hotel, el taxi, la comida y todo lo que consume un turista en una visita.
Si pensamos en la actividad económica en función de la derrama veremos su importancia. Sólo durante el periodo de Semana Santa, en Puerto Vallarta hubo una derrama de 50 millones de dólares. Este ingreso alcanza a muchos sectores y muchas personas que dependen de la actividad turística: repuntaron las ventas de los vendedores ambulantes, del mercado de artesanías, de los bares y restaurantes, y la actividad hotelera en general.
En un contexto más amplio, si consideramos las cuatro principales fuentes de ingreso que tiene México -el petróleo, las remesas, el turismo y las exportaciones de las maquiladoras-, tenemos que el turismo quizá represente la forma más equitativa de distribución de la riqueza, pues la derrama económica llega a muchas personas y familias. Las remesas también son distributivas pero su naturaleza es distinta, pues no es una actividad en sí, sino el resultado del trabajo de las personas en diferentes sectores, que tuvieron que irse a otro país en busca del trabajo que no encontraron en el suyo. En cambio, los ingresos del petróleo y las maquiladoras se concentran en pocas manos.
Tenemos que pensar la derrama económica en nuestro contexto de necesidades y potencialidades: con más de 50 millones de personas en situación de pobreza, con 2.5 millones de desempleados, y con una gran desigualdad social, hay que fomentar la generación de más ingresos y trabajar en una mejor distribución. Y en el caso del turismo, el año pasado generó ingresos a México por 11.800 millones de dólares.
Para lograr una mayor derrama económica no basta con impulsar grandes obras ni lograr ingresos, se debe trabajar en los cimientos de la sociedad, con la gente, para darles un oficio, preparación y las condiciones necesarias para que puedan generar y aprovechar mejor la riqueza que llega a sus manos. Y este trabajo con la gente puede llevarnos al desarrollo de una cultura emprendedora y de la microempresa, de forma tal que la derrama no sea solo un beneficio momentáneo ni concentrado en pocas manos sino que sea la fuente que alimente todo un sistema de generación de empleo y riqueza.
Evidentemente, hay fuentes de ingreso importantes, pero el reto radica en una explotación más justa, distributiva y con proyección en el tiempo.
(*) Periodista y profesor universitario
Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.
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