Por Héctor Farina Ojeda (*)
La Inversión Extranjera Directa (IED) en México alcanzó un monto de 17.726 millones de dólares en 2010, lo que implica una recuperación leve frente a 2009, pero la cifra todavía es inferior a los niveles que se tenían antes de la crisis económica global: en 2008 la inversión fue por 25.800 millones de dólares, de acuerdo al informe la Comisión Económica para América Latina (Cepal)
En términos internos, México tardará por lo menos dos años más en recuperar los niveles de captación de inversiones que se tenían en 2008, lo que implica que el proceso de recuperación es más lento de lo esperado.
Si tomamos los datos en el contexto latinoamericano, México es uno de los mayores captadores de inversiones extranjeras: el año pasado ocupó el segundo lugar, solo superado por Brasil, que incrementó su cifra en 87%.
Pero algo que los oyentes deben preguntarse es por qué los buenos indicadores en materia de inversiones no se notan en aspectos sociales tan importantes como la pobreza o la calidad de vida. ¿Por qué un país que capta cifras millonarias de inversión extranjera sigue manteniendo al 50% de su población en condiciones de pobreza, con 2.5 millones de desempleados, con salarios precarios y con una permanente sensación de incertidumbre sobre el futuro de la economía?
Ciertamente, si pensamos en países europeos o asiáticos, las inversiones tienen un mayor impacto y pareciera que hay más beneficios en cuanto a empleos, a desarrollo y progreso, y sobre todo a la consolidación de tendencias de crecimiento económico. Esto se debe al contexto favorable que se tiene para la radicación y aprovechamiento de inversiones.
Contrariamente, en México, como en la mayoría de los países latinoamericanos, hay serios problemas que limitan el aprovechamiento de las inversiones:
-La economía no es estable, por lo que los inversionistas no sienten la confianza para invertir en forma constante. Esto hace que no se consoliden ni un modelo ni una tendencia en cuanto a las inversiones y sus efectos positivos, sino que más bien se tiene una falta de constancia y los beneficios son coyunturales.
Recuerden lo que pasó poco antes de que México firme el Tratado de Libre Comercio: era el mayor captador mundial de inversión extranjera directa, pero esto se desmoronó en breve tiempo, las inversiones se fueron y los niveles de pobreza se mantuvieron e incluso agudizaron.
-La economía mexicana es muy dependiente de Estados Unidos, no es dinámica por sí misma, lo que no permite consolidar una estabilidad propia.
-La calidad de la educación es insuficiente, por lo que esto genera exclusión: pocos tienen las mejores oportunidades y son ellos los que terminan concentrando los beneficios del crecimiento, mientras que el porcentaje mayor de la población queda excluido.
-Otro aspecto limitante es el de la inseguridad, que ahuyenta inversiones: nadie invierte su dinero en un lugar inseguro en donde no tiene la certeza de que podrá incrementarlo.
Para que las inversiones y los grandes números de la economía permeen en forma más justa hacia la sociedad se deben corregir los problemas internos, de manera que los indicadores tengan un mayor impacto social y no solo representen beneficios parciales, momentáneos e inciertos. De lo contrario, seguiremos invocando cifras, indicadores y estadísticas de grandes números, mientras persisten los problemas que se supone debemos superar a partir de lo macro: pobreza, exclusión, falta de educación y de oportunidades.
(*) Periodista y profesor universitario
Comentario económico realizado en el Noticiero de Red Radio Universidad de Guadalajara en Ocotlán, México.
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