Por Héctor Farina Ojeda (*)
Los problemas económicos derivados de la mala gestión, la corrupción, la disminución de los precios de las materias primas y de los vientos favorables ponen en aprietos a un sector fundamental para todos: la clase media. Debido a la contracción de 0.5 por ciento que sufrirá América Latina este año, el temor es que muchos de los ciudadanos que salieron de la pobreza para posicionarse en la clase media, terminen regresando a la condición de precariedad de la que tanto cuesta salir. La advertencia es más crítica en países que soportan crisis complejas, como Venezuela, Brasil y Argentina, aunque afecta a todas las economías, como aquellas no sólo no pudieron revertir la pobreza sino que la incrementaron en los últimos años, como México.
Si bien las políticas sociales lograron que en Brasil cerca de 40 millones de personas pasen de la pobreza a la clase media en la última década, la situación actual no sólo amenaza con un retroceso acelerado de este segmento sino que afectará a la economía en su conjunto, con un empobrecimiento de los consumidores y una disminución del dinamismo interno. Y esta es sólo una muestra, a la que podemos sumar la crisis de Venezuela, un país golpeado por la inestabilidad, la escasez de alimentos y una inflación estimada de más de 700 por ciento para este año. Si en tiempos de bonanza no se logró una prosperidad para todos los ciudadanos, el escenario en tiempos de crisis se vuelve más que complicado.
El empobrecimiento de la clase media es más que una advertencia para los malos gobiernos: es una señal de alarma para el funcionamiento de toda la economía y, de no atenderse con la celeridad y efectividad que se requiere, puede causar un gran daño por mucho tiempo. Basta sólo con pensar en los niveles de deserción escolar y en el rezago educativo que se deben a la pobreza, para entender que si no corregimos la situación de precariedad de millones de personas, esa misma precariedad los excluirá del sistema educativo, con lo cual es casi seguro que se incrementará la pobreza y con ella los males conocidos del atraso, la inseguridad y la carencia de oportunidades.
En el caso mexicano la situación no es la mejor. Si bien se espera un crecimiento económico de entre 2.2 y 3.2 por ciento este año, el poder adquisitivo de la clase media sigue disminuyendo. Las condiciones actuales no son suficientes para esperar una mejoría de la clase media y mucho menos para creer que los pobres mejorarán su condición.
Es tiempo de dejar de mirar los grandes indicadores que favorecen a unos pocos para prestar especial atención a la clase media y a los que viven en la pobreza. En tiempos de crisis deberíamos asegurar lo que más genera riqueza: la capacidad de la gente. Por ello, una agresiva inversión social, fundamentalmente en educación y salud, podría darnos la fortaleza necesaria para recuperar el poder adquisitivo de la clase media y hacer que millones de personas que hoy viven en la pobreza tengan la oportunidad de salir de ella. Si la clase media está en jaque, nuestro siguiente movimiento debe ser el más estratégico de todos.
(*) Periodista y profesor universitario.
Doctor en Ciencias Sociales
Publicado en la edición impresa de El Sol de Puebla, en la sección de Finanzas.
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