Por
Héctor Farina Ojeda (*)
Las
cifras recurrentes de desempleo que afectan sobre todo a los jóvenes, así como
las enormes necesidades de oportunidades laborales contrastan con un problema
paradójico: la escasez de talentos para ser contratados. Parece un
contrasentido pero en realidad tiene una lógica abrumadora: aunque hay muchos
jóvenes que necesitan un trabajo y existen niveles alarmantes de informalidad,
las empresas tienen inconvenientes para conseguir talentos, para contratar a
personas con formación profesional y perfiles específicos para puestos
calificados.
Esto
se desprende de la reciente Encuesta de Escasez de Talento 2014, presentada por
la consultora Manpower, en donde se menciona que en México el 44% de las
empresas tiene problemas a la hora de conseguir candidatos adecuados para
contratarlos. En tanto, el promedio global de dificultades para contratar
talentos es de 36%. La encuesta que fue realizada en 42 países, sobre la base
de consultar a 40 mil empleadores, arroja datos sobre los que debemos
reflexionar para saber qué está pasando con el mercado laboral.
Los resultados señalan que entre las
habilidades más difíciles de conseguir por parte de las empresas son el manejo
de idiomas (36%), emprendedurismo (32%), análisis (31%), planeación y
organización (30%) y enseñanza (27%). Las cifras marcan que hay un problema
para ajustar la demanda laboral -lo que piden las empresas- con la oferta
laboral -lo que saben hacer los recursos humanos-. Mientras un mercado cada vez
más competitivo exige que los candidatos sepan hablar inglés, tengan
habilidades directivas y capacidad emprendedora, la formación de recursos
humanos es deficiente y esto nos lleva a una situación en la que una buena
parte de la gente que necesita trabajo termina en el desempleo, el subempleo o
la informalidad. Sobre todo en esta última.
Y
estas cifras que corresponden al caso mexicano no son aisladas, sino que que
forman parte de un enorme problema latinoamericano. No solo no se ha logrado
equilibrar la balanza entre la demanda laboral y la oferta de profesionales
salidos de las universidades, sino que la formación deficiente de nuestros
recursos humanos y, peor aun, la cada vez mayor presencia de los ninis -que no
estudian ni trabajan- están alejando a la juventud de las mejores oportunidades
de empleo. De ahí que cada vez sea más común ver a jóvenes en los semáforos,
limpiando vidrios o haciendo maromas a cambio de una moneda: lejos de los
buenos empleos y sin la formación necesaria se las ingenian para conseguir
ingresos. Y como una ironía, aunque se incrementen las inversiones, haya más
industrias o empresas, y más empleo, estos jóvenes sin preparación difícilmente
serían beneficiados. Al contrario, se sentirán excluidos, pues habrá más
empleos pero no para ellos.
La
falta de capacitación y de oportunidades de empleo para nuestros talentos no es
un problema menor. Es un enorme e impostergable desafío que requiere de una
minuciosa planificación a corto, mediano y largo plazo, para hacer que los
jóvenes no terminen siendo excluidos, rechazados o mal valorados en el mercado
laboral. Paraguay atraviesa por un momento ideal para potenciar a sus talentos
con miras a que estos sean los que renueven las fuerzas económicas. Tenemos
bono demográfico, riquezas naturales y todo un país por construir. Sería una tragedia
nacional que en lugar de una generación de talentos tengamos una generación
descuidada, abandonada y condenada al conformismo.
Hay
que trabajar en la formación de los talentos para que tengan una oportunidad
laboral que seguramente sus padres no tuvieron. De lo contrario, el rumbo y el
destino ya son harto conocidos.
(*) Periodista y profesor universitario
Desde Guadalajara, Jalisco, México.
Publicado en el Diario 5 días, de Paraguay
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